A los/as humanos/as a veces nos cuesta entender cómo debemos relacionarnos con otros animales. Por ello, en ocasiones salimos perjudicados al mezclarnos con animales de otra especie (bien por error nuestro, bien por error de su legal propietario/a). Tras un suceso de esta clase, es importante estudiar la posibilidad de reclamar los daños sufridos a quien posee o a quien tiene la propiedad del animal.
Además de ver satisfechas nuestras pretensiones, podemos colaborar a que la contraparte ponga medios para evitar que este tipo de agresiones se repitan en un futuro (contratando etólogo/a o educador/a canino/a, arreglando la valla de su jardín, llevando a pasear a su perro con una correa y quizá bozal, dejando de domesticar animales de determinada especie, etc.).